La hija de la guerra
Cap 2: ¿Una llamadita?
Cabellos negros enredadados surcándole el rostro con lo que
parecía ser un peinado hecho a trompicones. Llevaba una camiseta negra tres
tallas más grande, con lo que acentuaba su ya de por sí pequeño cuerpo. Era más
bajo que de costumbre para sus trece/catorce años, pero no había duda, tenía
los ojos llameantes de todos los hijos de Ares. Al se internó en el círculo
formado por los campistas alrededor de él y le agarró de hombro.
-Este es nuestro – Dijo bien alto, quería que todos la
oyeran-.
Echó un vistazo a los campistas que la miraban sorprendidos,
no la habían visto venir. Ed no se encontraba allí, seguramente seguiría
entrenando con la lanza. Ian negaba con la cabeza mientras miraba a su espalda.
Al se giró y descubrió a Quirón mirándola con desaprobación.
- Ya sabes que tienes que esperar al Reconocimiento para
darle la bienvenida a tu hermanastro - Le recordó, como si ella no hubiera oído
veinte veces la misma cantiga-.
-No me hace falta ninguna prueba para reconocer a mis
hermanos. Es un hijo de Ares y pertenece a nuestra cabaña – le dijo ella sin
apartar la mirada – Si me he equivocado que me castiguen, pero sabes que nunca
me equivoco y no voy a dejar a ningún hermano mío aquí sólo durante 5 horas
más.
Quirón la miró cansado, sabía perfectamente cuando había
perdido una batalla y ya había tenido suficiente por lo que quedaba de día. La
llegada del verano significaba que volvían los mestizos al campamento y eso le
traía muchos quebraderos de cabeza.
- Adelante – le dijo Quirón- Pero te aconsejo que no le
asustes demasiado.
Al le dedicó una media sonrisa y empujó al pequeño hacia la
salida mientras el resto de novatos los miraban con miedo. La apariencia de Al
no era precisamente igual a una hermana cariñosa que daba la bienvenida a su
hermano perdido, pero le daba igual, tenía que explicarle lo básico al pequeño
antes de que cometiera un error y los mayores se le echaran encima.
- Podía haber esperado allí sólo perfectamente – le espetó
el novato sin mirarla a los ojos cuando ya se habían alejado un poco del
comedor – No necesito que me cuiden.
- Lo sé, me hubiese dado igual haberte dejado allí con
treinta personas mirándote hasta El Reconocimiento. Pero no quería que
cometieras ningún error que nos perjudicara – El pequeño apretó los labios-
¿Cómo te llamas?
- Kevin, Kevin Delam – Le dijo mientras seguía mirando al
suelo-.
- Bueno, Kevin, pues antes de enseñarte tu futuro hogar
tengo que hacer una pequeña llamada ¿Algunas vez has hablado con papá?
Esta vez Kevin apartó los ojos del suelo y la miró
abriéndolos de par en par, sorprendido. Claro que estaba sorprendido, nunca
había hablado con él ni él le había ayudado en nada. Al se paró y se cruzó de
brazos.
- ¿Y bien?
- Nunca he hablado con él… pero ¿Cómo sabes que es mi padre?
No se lo he dicho a nadie del campamento.
-No me hace falta ¿Entonces me acompañas o no?
- ¿Estás segura de que puedo? ¿No le molestaremos?
- Que le jodan si lo molestamos, debería ser el primero en
darte la bienvenida.
Kevin sonrió y la siguió hasta un linde del camino. Al sacó
una botella rota con un poco de agua y formó un pequeño arcoíris al que le
lanzó un dracma.
- Ares, el Olimpo – Susurró al arcoíris. En este se formó un
círculo que tras unos minutos mostró a un hombre con falta de afeitado de unos
cuantos días. Detrás de él un desierto y lo que parecía ser una Harley
Davidson.
- ¿Qué queréis, mestizos? ¿Y por qué me importunáis a estas
horas? – les espetó. Kevin se puso rígido inmediatamente y se le borró la
sonrisa de la cara-.
- Padre, cuanto tiempo – le respondió con una sarcástica
sonrisa Alcipe-. Soy tu hija Alcipe, ha venido un nuevo hermano al campamento y
esperaba que le dedicaras unas palabras.
Ares se levantó las gafas de sol y sus ojos se posaron en
Kevin, que luchaba por no perder la compostura pero se le notaba visiblemente
asustado.
- Con que un nuevo niño de mi sangre, eh ¿Quién es tu madre,
pequeño?
- Sam… Samantha Wild – le respondió visiblemente azorado.
- Creo que me acuerdo de ella, buen culo – añadió con la
mirada fija en otra parte- Bienvenido a la cabaña y recuerda, no me dejes en ridículo.
Dicho esto cortó al conexión y dejó a Al mirando a Kevin
preocupada. Su padre se lo había puesto muy fácil pero le seguía molestando que
tratara así a sus hermanos. Cómo si no tuvieran suficiente presión ya, el
añadía otra poca. Le apretó el hombro a Kevin y esperó a que se le quitara el
sopor antes de continuar con su iniciación. Había que presentarlo al resto de sus hermanos.
Atenea
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